Las ruinas del Pueblo Viejo de Belchite estremecen, son la tristeza y desolación de un recuerdo de guerra y muerte. Son los ecos de vidas perdidas, de abandono forzado, de vidas truncadas.
Una pintada resume perfectamente este sentir: “Pueblo viejo de Belchite; ya no te rondan zagales; ya no se oirán las jotas; que cantaban nuestros padres”.
El pueblo viejo, inmensamente más grande que el nuevo, ubicado a escasos metros, llama la atención por esto mismo, su tamaño y ubicación. El nuevo, construido por Franco y mano de obra de presos rojos, evitó la reconstrucción del pueblo viejo, ya que representaba la resistencia del bando republicano durante la guerra. Con esta decisión, la riqueza cultural y patrimonial, así como los recuerdos de sus habitantes, se van poco a poco perdiendo en el olvido.
Es evidente que el tiempo en Belchite se ha detenido, se ha congelado en tiempos de guerra.
Y a pesar de ello, nos encontramos con que se trata de un lugar lleno de vida, vecinos y visitantes llenan el pueblo cada día. Niños que juegan peligrosamente entre las ruinas, visitantes amantes de la historia y de lugares abandonados, curiosos y seguidores de lo paranormal.
Y es que Belchite se ha hecho popular por las supuestas psicofonías y fotografías con presencias fantasmales que captan algunos "afortunados" (por cierto, si veis algo en nuestras fotos, comentarlo, por favor). Como podréis adivinar los lectores españoles, el periodista Iker Jimenez ha contribuido que el pueblo se haga famoso en este sentido.
Cada año visitan Belchite Viejo unos 10.000 visitantes.
Es innegable que fue un pueblo grande y precioso, con gran patrimonio arquitectónico. Al parecer se trataba de un pueblo con unos 3100 habitantes censados (hoy hay unos 1500 habitantes).
Hace unos años que hicimos la visita, de forma libre y gratuita, pero creo que ahora hay que efectuarla con el ayuntamiento de pueblo. Por lo que he leído cuesta 6 euros y merece muchísimo la pena.
Según oscurece, el lugar se hace más inquietante, las sombras parecen moverse y todo se siente más intensamente.
La noche llega y poco a poco se va vaciando el pueblo. El silencio y la quietud se cierne sobre Belchite y nosotros nos apresuramos a dejarle descansar.
Nosotros os animamos a visitar este pueblo, testigo de nuestra historia reciente.
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